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Piscicultura contamina laguna de La Cocha

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By Milthon Lujan

Palmira, Colombia.- Los valores promedio de contenido de amonio, nitrito y nitrato reportados en una zona de producción intensiva de trucha arcoíris fueron casi 50 % más altos que los hallados en un punto donde no se realiza actividad piscícola.

A su vez, el contenido de fósforo total fue tres veces más alto en la zona de producción intensiva que en el punto sin jaulas flotantes.

Y aunque el ecosistema de esta laguna de Nariño aún es capaz de depurar la contaminación que recibe, tanto las excretas de los peces cultivados en las jaulas flotantes como los concentrados de alimento y algunos insumos químicos representan un riesgo potencial de eutrofización (proliferación de plantas acuáticas por contaminación).

“Los amonios, nitritos y nitratos están presentes en el excremento de los peces y son un indicador de contaminación. El fósforo total y el nitrógeno, por su parte, son desechos provenientes de los concentrados. En estos indicadores se encontraron diferencias significativas según la intensidad de la producción de cada zona y requieren de control y medidas preventivas”, afirma Elizabeth Burbano Gallardo, candidata a magíster en Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira.

La investigadora estudió los posibles impactos en la calidad del agua y en los sedimentos por la producción de trucha arcoíris, único pez cultivado en la laguna de La Cocha, que con 40 km2 es la segunda más grande del país.

Según describe, cada año se producen en la laguna 2.500 toneladas de trucha arcoíris, mediante sistemas de producción en jaulas flotantes en los que operan alrededor de 90 productores o empresas de diferente envergadura.

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Otros indicadores que mostraron diferencias según la intensidad de la producción fueron las demandas biológica y química de oxígeno, es decir la cantidad que se requiere para degradar un compuesto.

La contaminación en las jaulas flotantes también estaría aumentando la cantidad de microorganismos en los sedimentos. En las zonas de producción alta y media se encontró una mayor densidad de bacterias nitrificantes, las cuales descomponen los desechos para que resulten menos tóxicos para el medio acuático y los sedimentos de la laguna.

Para la investigación –dirigida por el profesor Guillermo Duque, de la U.N. Sede Palmira– se tomaron muestras mensuales a tres profundidades entre la superficie y el fondo de la laguna y en los sedimentos, en cuatro zonas: una sin actividad piscícola y tres en las que operan empresas pequeña, mediana y grande dedicadas a esta producción.

“Aunque las diferencias entre la zona del pequeño productor y el punto sin intervención productiva no llegan a ser significativas, sí existe alguna incidencia. Esto refuta la creencia de que solo las grandes empresas piscícolas son las que aportan contaminación y las que deben tomar medidas de control”, advierte la investigadora.

Acciones de control

Algunas recomendaciones para mitigar los impactos de la producción de trucha arcoíris son: emplear las tablas de alimentación para suministrar la cantidad de concentrado requerida por los peces, según su peso y la densidad del cultivo, y usar como “semilla” alevines (crías recién nacidas de peces) certificados por el Instituto Colombiano Agropecuario y comprados en establecimientos certificados, para evitar la propagación de enfermedades, y por ende no depender del uso de antibióticos o sustancias químicas.

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“Los químicos utilizados para desinfectar también generan contaminación, por lo que se deben utilizar las dosis específicas. Aunque el ecosistema aún soporta el impacto tanto de la piscicultura como de los vertimientos de aguas residuales y de actividades agropecuarias, es fundamental trabajar en los protocolos de prevención porque los niveles de contaminación han aumentado”, resalta la candidata a magíster.

En su opinión, las medidas de control son necesarias para no llegar a situaciones como la reportada en el embalse de Betania, donde se presentaron pérdidas en la producción de tilapia por no manejar adecuadamente la densidad de peces cultivados ni la cantidad de concentrados utilizados para su alimentación.

Fuente: Universidad Nacional

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