España.- Un investigador de la Universidad de Alcalá encuentra por primera vez en Ecuador y en el pez carachama (Chaetostoma dermorhynchum) al crustáceo parásito Artystone trysibia, que vive en su cavidad abdominal. ¿Recuerdan la película Alien, el octavo pasajero? La escena en la que el embrión de alien revienta el estómago de Kane –John Hurt–, dejando aterrorizada y estupefacta a la tripulación del Nostromo… y a los espectadores.
Algo parecido ha encontrado Juan Junoy, profesor del departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá, en los peces amazónicos de Ecuador. En la selva, en el río Tena, hay un crustáceo parásito que vive en la cavidad abdominal de un pez, la carachama (Chaetostoma dermorhynchum). Este parásito llega a representar más del 15 % del cuerpo de su huésped. Si lo llevamos a nuestra escala, es como si viviéramos con un gato encerrado en la barriga.
Se trata del isópodo Artystone trysibia, un animal que lleva una doble vida: nada libre en las aguas de los ríos cuando es un juvenil, pero es parásito de adulto. Se encontró por primera vez en 1866, en el río de la Plata (Argentina), careciendo desde entonces de una descripción adecuada.
Pertenece a la familia Cymothoidae, cuyos miembros presentan auténticos garfios en el extremo de sus siete pares de patas, para agarrarse firmemente a los peces que parasitan. No son raros en los peces marinos, y los pescadores gallegos, cuando los encuentran sobre la cabeza de los peces, los llaman carrachos (garrapatas) o piojos de mar. Algunas especies de esta familia no se contentan con vivir sobre la superficie del pez y van un poco más allá, pasando a situarse dentro de la boca de su hospedador.
Pero ninguna de las especies ha llegado tan lejos como Artystone trysibia. Evolutivamente ha ido mucho más allá, pasando a ocupar la cavidad abdominal del pez.
Cambia de sexo, es hermafrodita. En su fase hembra, cuida de sus hijos. Como si fuera un canguro, tiene un marsupio donde cría a su prole, protegiéndola de los depredadores en las primeras fases de su vida. Es la primera vez que se detectan ejemplares de este parásito en Ecuador, y en la Cuenca Alta del Amazonas. En esta zona Junoy ha detectado ejemplares con más de 800 crías, que además es la máxima fecundidad registrada para la especie. Esa alta fecundidad es necesaria en aguas turbulentas, donde infectar a un pez es difícil. La parasitosis afecta en esta zona al 7% de los peces. En la parte baja de los ríos, donde las aguas son más tranquilas, la fecundidad es mucho menor, pero la infección puede alcanzar a más del 30 % de los peces.
Las peores infecciones se dan en recintos cerrados, siendo capaz de acabar con todos los peces de un estanque o acuario. Termina con ellos de un modo cruel, castrándolos y matándolos de hambre. Al ocupar la cavidad abdominal, impide el desarrollo normal de las gónadas y el estómago del pez y éste no puede reproducirse ni alimentarse adecuadamente.
Aunque en condiciones naturales no parece representar un problema muy grave para las poblaciones de peces, sí que lo puede ser para la acuicultura amazónica. Sabemos que Artystone trysibia no tiene especificidad por el hospedador, encontrándose en 14 especies distintas de peces de río. Representa un peligro potencial como especie invasora, ya que se ha encontrado también en peces de acuario en Estados Unidos, una zona muy alejada de su área natural de distribución, los ríos sudamericanos.
Referencia:
Junoy, J. 2016. Parasitism of the isopod Artystone trysibia in the fish Chaetostoma dermorhynchum from the Tena River (Amazonian region, Ecuador). Acta Tropica, 153: 36-45. http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0001706X15301297
Fuente: Universidad de Alcalá