Concepción, Chile.- Un completo panorama del historial de eventos de Alexandrium catenella en los canales y fiordos chilenos entregó el jefe de División de Investigación en Acuicultura del Instituto de Fomento Pesquero, Ifop, Leonardo Guzmán, en una conferencia que ofreció en el auditorio Claudio Gay.
El investigador hizo un recorrido por las floraciones de la microalga, que es fuente primaria del veneno paralizante de los mariscos (VPM), a partir del primer registro hace 45 años -en Magallanes, Aysén y Chiloé-, haciendo una revisión de hipótesis que explican su aparición, para llegar a un cuadro actual y posibilidades de manejo de este tipo de eventos que impactan la salud pública, el entorno social y económico.
“Lamentablemente, cuando el nivel de toxinas (VPM) es muy alto, genera muerte en seres humanos y se sabe con certidumbre que hay 36 casos fatales, la mayoría en Magallanes y la mayoría, también, durante los años 90s. El 72 fueron tres personas, dos en el 82, varios en el 90 y un caso en Concepción en 2002-2003, casi todos en primavera y verano”, señaló el Dr. Guzmán.
En su exposición, también hizo una síntesis de la presencia de otros micro organismos nocivos presentes en el mar, resaltando la importancia de tener información específica de los distintos sectores en que éstos se encuentran, porque -como señaló- “las toxinas tienen expresión distinta, dependiendo del origen geográfico, las condiciones ambientales que determinan su aparición”.
De acuerdo al Dr. Guzmán, la mayor frecuencia, cobertura geográfica e intensidad de floraciones alga nocivas (Alexandrium catenella, entre otras) “son rasgos que no son exclusivos de lo que estamos viendo en el sur de Chile, sino que es una situación que se ha advertido en los últimos 50 años a nivel global y hay distintas hipótesis para explicar eso”.
En el caso chileno, las causas están asociadas “a temas climático-geográficos, más que a fenómenos de eutroficación o actividades entrópicas, que son alternativas para explicar este tipo de eventos”, dijo, a la vez que advirtió que “hay que tener cuidado cómo se analiza lo que se está viendo, porque podrían ser cambios aparentes y no reales y, por lo mismo, le doy un cierto énfasis a eso, la forma como miramos las cosas, porque es distinto a los que pasaba hace 45 años”.
Para el investigador, este tema ofrece un amplio y motivante campo de estudio, “porque cada evento y cada tipo de toxinas requiere una aproximación y una comprensión distinta con proyectos diferentes. Es muy distinto trabajar este tipo de problemas en el extremo norte de los fiordos que en Magallanes; las condiciones ambientales son distintas y, por lo tanto, la respuesta de las microalgas no es exactamente igual en un sector u otro”.
Por eso, recalcó que las posibilidades de investigación “son más variadas de lo que se supone” e insistió en la necesidad de desarrollar más ciencia. “Hay dinero para hacer monitoreos, que son acciones sistemáticas para saber dónde están las microalgas y las toxinas; pero ciencia supone una forma distinta de obtener la información y responder preguntas o hipótesis que de alguna manera ayuden a una mejor comprensión del porqué están ocurriendo este tipo de fenómenos”.
La conferencia de Guzmán fue una actividad conjunta de las facultades de Ciencias Naturales y Oceanográficas, y de Ciencias Ambientales y, también, de la Red Colaborativa para la Internacionalización de Doctorados en Cambio Climático y Recursos Naturales Renovables (Red_Clima_Rec), que coordina el Dr. Hugo Arancibia.
Fuente: UDEC