por UCN Noticias
Análisis de investigadores del Instituto Milenio SECOS y Universidad Católica del Norte (UCN) indagó en la estructura y variabilidad genética de bancos naturales del chorito Mytilus chilensis, especie de gran importancia socioecológica y presente desde el sur del Biobío hasta la región de Magallanes.
La investigación realizada en la Patagonia Norte, arrojó que no hay diferencias de diversidad genética entre bancos, y que existe una leve, pero significativa variación en el tiempo en la estructura genética, lo que sugiere que el éxito reproductivo de la especie varía durante el tiempo. También se encontró que la especie presenta una gran diversidad genética, lo que indica que tendría buenas capacidades para adaptarse a los cambios en el ambiente.
El conocido chorito chileno o chorito quilmahue, Mytilus chilensis, es un molusco endémico de Chile que habita en la zona intermareal, en áreas protegidas desde el río Tirúa, en el límite de la Región del Biobío y de la Araucanía, hasta Punta Arenas, en la Región de Magallanes. En estas zonas, los choritos forman bancos naturales de juveniles y adultos ubicados entre 10 a 25 metros de profundidad, donde se reproducen y generan larvas o “semillas” que pueden transportarse por más de dos semanas en la columna de agua.
Actualmente, el chorito es una de las especies de molusco que más se cultivan y producen en el Pacífico sur, debido a sus altas tasas de crecimiento y valor nutricional. Incluso, de acuerdo a SERNAPESCA, las poblaciones naturales de M. chilensis aportan menos del 1% al total de desembarques, siendo el 99% restante aportado por la acuicultura o cultivo del chorito, la miticultura.
Pero para poder desarrollar su cultivo en cuerdas o estructuras flotantes, se necesita capturar las larvas o semillas desde los bancos naturales de esta especie. Por lo tanto, la miticultura depende de las poblaciones naturales del chorito, transformándose en un importante sistema socioecológico, sobre todo en el mar interior de Chiloé y en el Seno de Reloncaví en la Región de Los Lagos, donde se ubican más del 60% de las instalaciones de miticultura y se realiza casi el 99% de los desembarques.
Aún así, los bancos naturales han sido ampliamente explotados, lo que llevó al colapso de su extracción. Adicionalmente, la abundancia de semillas de M. chilensis ha variado en los últimos 15 años, convirtiéndose en una de las principales preocupaciones para la sostenibilidad del sistema socio-ecológico de la mitilicultura. Por todo, se hace relevante conocer la diversidad y estructura genética en los bancos naturales que aún persisten y que proveen las semillas necesarias para la mitilicultura.
En este contexto, dos investigadores de la Universidad Católica del Norte y del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), publicaron un estudio en la revista Heredity donde evaluaron la estructura genética espacial y temporal de Mytilus spp. de seis bancos naturales. Estos bancos estaban ubicados entre las regiones de Los Ríos y Los Lagos, desde Mehuín en el norte hasta Yaldad en Chiloé, zona en la que ocurre actualmente la mayor parte de la mitilicultura. La investigación buscó analizar la diversidad genética de la especie, la diferenciación genética entre bancos y las huellas genéticas de variaciones interanuales en el éxito reproductivo de la especie, durante cuatro años consecutivos.
“Conocer la diversidad y diferenciación genética es muy relevante, porque es un nivel de la biodiversidad que subyace a todos los otros niveles (especies, ecosistemas). En este estudio, utilizamos la estructura genética en la geografía y en el tiempo. El análisis temporal lo utilizamos como un indicador de la variabilidad reproductiva del chorito en años anteriores, dado que si existe variación genética en el tiempo, se puede deducir que ha habido variación en el éxito reproductivo entre años”, explica Pilar Haye, autora principal de la investigación, académica de la Universidad Católica del Norte y directora alterna del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS).
“Las poblaciones naturales del chorito sustentan casi completamente al sistema socio-ecológico de la mitilicultura basado en su cultivo, por lo que estudiar en detalle cómo varía la diversidad y estructura genética entre varios años, provee información relevante sobre su biología y aporta elementos importantes para su sustentabilidad”, reafirma Nicolás Segovia, coautor del estudio e investigador del Instituto Milenio SECOS.
Alta diversidad genética
Los autores analizaron la filogeografía del chorito, disciplina que combina la genética con la geografía, y que estudia cómo los linajes genéticos se distribuyen geográficamente y cómo evolucionan a lo largo del tiempo. Los análisis incluyeron datos de dos marcadores genéticos (COI mitocondrial y H1 nuclear), analizando cerca de 750 individuos de Mytilus chilensis, en cada uno de los sitios de muestreo y durante cuatro años consecutivos.
Los resultados demostraron que existe una alta diversidad genética en los seis sitios de estudio, y la distribución espacial de esta diversidad fue homogénea en todos los bancos naturales analizados. Este hallazgo, podría sugerir que el chorito tendría una diversidad genética suficiente para responder a cambios en el ambiente, como el cambio climático, la acidificación u otros fenómenos.
Para Haye, también investigadora principal del Laboratorio de Diversidad Marina de la UCN, “las poblaciones con baja diversidad genética son más vulnerables a los cambios en su entorno, ya que no cuentan con la variación necesaria para responder adecuadamente a los cambios en el ambiente, mientras que una alta diversidad genética, en cambio, provee la materia prima para que las poblaciones y especies se puedan adaptar, manteniendo su potencial adaptativo”.
Éxito reproductivo cambia con los años
Si bien los investigadores encontraron que la diferenciación genética era baja entre los bancos naturales que se estudiaron, hubo algo de variación entre los años analizados. Este resultado podría sugerir que el éxito reproductivo varía en el tiempo, lo que es de gran relevancia, pues implica que la disponibilidad de semillas no sería igual todos los años, lo que condice con lo reportado por personas dedicadas a la miticultura que trabajan en estas zonas.
“Hacer estudios temporales en filogeografía, es relativamente poco común. Utilizamos herramientas para evaluar cuánto cambia la estructuración genética de un año a otro, replicando el mismo muestreo durante 4 años consecutivos. Añadir una dimensión temporal a estos estudios, nos permite tener una visión mucho más completa sobre cómo la diversidad genética se distribuye espacialmente, y sobre qué tan consistentes son estos patrones en el tiempo”, concluye Segovia.
De esta forma, el estudio explica las fluctuaciones en la disponibilidad natural de semillas y pone énfasis en la necesidad de analizar la variación genética espacial y temporal de las poblaciones, para tener claridad sobre la dinámica poblacional que resulta del éxito reproductivo. Con esto, se espera aportar conocimientos para una adecuada gestión de los bancos naturales de chorito y la sustentabilidad de este sistema socio-ecológico.
Referencia
Haye, P.A., Segovia, N.I. Shedding light on variation in reproductive success through studies of population genetic structure in a Southeast Pacific Coast mussel. Heredity 130, 402–413 (2023). https://doi.org/10.1038/s41437-023-00615-8