Por: Ataliva Lopez*.
Clima, enfermedades y vectores.
Junto con la globalización de las economías y las culturas, también se han globalizado algunas enfermedades infecciosas por efecto de la alteración de los sistemas naturales y por los cambios en el comportamiento climático registrados en nuestro planeta. Estas modificaciones han influido para que enfermedades que parecían erradicadas o controladas, amenacen hoy a los más diversos países del mundo incluyendo los de nuestra región.
El dengue que en poco tiempo ha avanzado hasta extenderse prácticamente por toda América, integra una lista de enfermedades peligrosas que llegan de la mano del cambio climático y que poco a poco van ganando terreno. Peste bubónica, fiebre amarilla, chagas, gripe aviar, cólera, dengue, leishmaniasis… algunos nombres son familiares, otros no tanto, pero todos se asocian a patologías que se transmiten por vectores y se propagaron favorecidas por la modificación global del ambiente.
Como consecuencia del calentamiento del planeta y la deforestación de los bosques, un conjunto de enfermedades peligrosas y exóticas atraviesan las fronteras hasta llegar a regiones en las que, hasta ahora, no estaban presentes es decir que las alteraciones del planeta está modificando la distribución geográfica de las enfermedades.
Las modificaciones climáticas registradas han jugado a favor de la adaptación de los vectores o trasmisores (mosquitos y otros insectos) de estas enfermedades, permitiendo que éstos se muevan con facilidad hacia nuevas regiones.
Como resultado de ello los vectores no sólo han ampliado considerablemente su área de distribución, sino que se han hecho más fuertes y resistentes al encontrar mejores condiciones ambientales para su propagación, logrando mayor resistencia a insecticidas y otros compuestos químicos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), dos quintas partes de la población mundial vive en riesgo de ser infectada por dengue y mas de 100 países han sido afectados por epidemias de dengue o dengue hemorrágico. La OMS estima que anualmente ocurren más de 50 millones de casos de dengue y dengue hemorrágico; 500.000 casos hospitalizados y 20,000 defunciones. El 95% de los casos son niños; las tasas de ataque llegan hasta 64 por 1,000 habitantes. Las epidemias ocasionan un importante impacto negativo en el desarrollo socioeconómico de los países afectados.
En el siglo pasado el Ae. aegypti, mosquito vector del dengue y de la fiebre amarilla, fue erradicado de nuestro continente. Desde principio de la presente centuria prácticamente toda los países de América se encuentran reinfectados, incluyendo los Estados Unidos de Norteamérica. Por ello la Organización Panamericana de la Salud (OPS) implementa un Plan Continental de Combate del Ae. aegypti con miras a su erradicación futura. La estrategia de erradicación implica cobertura de todos los criaderos mosquitos, en las diferentes etapas del ciclo biológico y en todas las localidades infestadas en la región, para la eliminación total del vector y la subsecuente sostenida vigilancia.
Control químico: Se admite actualmente que las operaciones de combate del mosquito Ae. aegypti deben desarrollarse, en lo posible, con un empleo mínimo de insecticidas, escogiéndose aquellos productos más seguros, de alta eficacia, con grado de toxicidad humana nula o muy bajo y con posibilidad mínima de alteración ambiental.
Desde hace décadas los programas de lucha contra los vectores de enfermedades médico epidemiológicas han estado especialmente basados en la utilización de compuestos orgánicos de síntesis como clorados, fosforados y carbamatos.
El uso irracional de estos insecticidas provocó daños en la salud humana y desequilibrios ecológicos lo que trajo como consecuencia la desaparición progresiva de los insectos útiles. También la aparición de resistencia de los vectores redujo la eficacia de los programas de lucha con este grupo de insecticidas. Se estima que aproximadamente el 40% de los 500 artrópodos de importancia médica, presentan resistencia a insecticidas (OMS).
Debido a ello, las investigaciones se han orientado hacia otros métodos de lucha para el control de las poblaciones de insectos de importancia médica y veterinaria. Entre estos métodos se encuentra la lucha biológica, como parte de programas de gestión integrada de plagas. Esta forma de combate consiste en introducir en el seno de las poblaciones de insectos vectores, agentes naturales de regulación tales como predadores, parásitos o microorganismos patógenos.
En general se concibe que para combatir y prevenir cierto número de enfermedades humanas de transmisión vectorial se debiera hacer uso profuso de medidas de lucha contra las poblaciones vectoras, ya que aún no están disponibles métodos efectivos de inmunización humana. Por ello todas estas medidas a nuestro alcance constituyen la estrategia más eficaz de prevención y lucha en gran escala.
El uso de peces para control biológico de insectos acuáticos se conoce desde hace muchos años, sin embargo, el uso consecutivo de los mismos como control específico, comenzó a mediados del siglo pasado y fue implementado principalmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con la dispersión del pez Gambusia affinis, originaria de EE.UU. para el control de mosquitos transmisores de la fiebre amarilla y malaria.
Nuestra experiencia en Córdoba, Argentina.
Control biológico: Lo atractivo del uso de los agentes de control biológico radica en su especificidad por el hospedero (vector) lo que conlleva la mínima afectación a otras especies que no son objeto de control y ninguna o insignificantes alteraciones al medio ambiente. Además, no genera resistencia en las especies vectoras y resulta más económico y perdurable en relación a las sustancias químicas de síntesis.
Los mosquitos son considerados entre los organismos más versátiles del mundo, debido a que tienen la capacidad para reproducirse en cualquier depósito de agua, ya sea natural o artificial y pueden ser encontrados en zonas de montañas, en llanura, en aguas límpidas o extremadamente contaminadas, en bañados, lagunas o en pequeños charcos, en cualquier recipiente o cacharros y hasta en cubiertas de automotores conteniendo agua.
Por otro lado, se conoce poco acerca de los enemigos naturales de estos dípteros adultos alados, por lo tanto el control biológico de estos insectos está básicamente orientado a reducir las poblaciones en sus estados inmaduros (larval) que se desarrollan en el medio acuático, por lo que la utilización de peces se promueve como parte de la estrategia para el control de vectores de importancia médica y se presenta como un complemento al uso de otros métodos de lucha en programas de manejo integrado de vectores (MIV).
Entre los métodos biológicos, los peces larvívoros constituyen uno de los más eficaces para el control de las plagas de mosquitos hematófagos. Su uso racional y su aplicación dependen de su producción masiva en condiciones controladas para su posterior liberación en los ambientes a tratar.
Peces nativos de Córdoba para el control de mosquitos.
Además de la ya mencionada y exótica Gambusia, existen en nuestra provincia de Córdoba especies autóctonas tales como Jenynsia multidentata y Cnesterodon decemmaculatus con idénticas o mejores características para usarse como herramientas de control biológico.
Estos peces son consumidores voraces de larvas, más de 100 larvas/día y su introducción en número suficiente en lagunas, estanques, piletas o cualquier otro reservorio de agua, servirá para la destrucción de grandes cantidades de larvas y pupas.
Son especies de pequeño tamaño adultos de no más de 80 mm. capaces de sobrevivir en condiciones ambientales muy variadas, tanto en agua dulce como salobre y con amplios rangos de temperatura y oxígeno disuelto. Se multiplican rápidamente por viviparidad y pueden tener varias pariciones durante el año de hasta 30 crías por parición.
Se conocen las técnicas de multiplicación y manejo de estas especies las que se adaptan fácilmente a sistemas de reproducción controlada en condiciones de confinamiento, facilitando la obtención de poblaciones masivas para su posterior liberación.
La Secretaría de Ambiente juntamente con el Ministerio de Salud de nuestra provincia y la participación del Instituto de Entomología Aplicada de la Universidad Nacional de Córdoba, llevan a cabo un programa de control integrado de mosquitos, entre ellos el Aedes aegypti, que incluye el relevamiento de vectores, control biológico a través de liberaciones de Bacilus thuringiensis y peces larvívoros y fumigaciones contra adultos.
El trabajo de producción de peces se lleva a cabo en la Estación de Piscicultura San Roque priorizando la cría de las especies nativas Cnesterodon y Jenynsia.
Las liberaciones de peces previstas por la Secretaría de Ambiente se realizan bajo las pautas de un protocolo delineado con las otras entidades involucradas, el cual prevé las particularidades epidemiológicas del foco, las características del ambiente acuático a tratar, la densidad larval y la capacidad predadora del pez.
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