Noruega – La próxima vez que remuevas la piel y los huesos de tu pescado y lo arrojes a la basura, debes tener en cuenta que estás botando algo que podría valer ¡US $1010 el gramo!
Es cierto que queda un largo camino por recorrer antes de que los desechos del procesamiento de pescado valgan su peso en oro. Sin embargo, los científicos de Nofima y de la Arctic University of Norway (UiT) se están embarcando ahora en este camino.
“Nuestro punto de partida es el medio ambiente y la sostenibilidad. Asegurándonos de aprovechar al máximo absolutamente todos los recursos que cosechamos de la naturaleza” dijo Kjersti Lian de Nofima.
Pueden valer más
“Estamos analizando los valores que podemos extraer de las partes del pescado que actualmente no valen tanto para los productores” explicó Peik Haugen.
Peik Haugen y UiT han coordinado el proyecto de investigación que es financiado por la Unión Europea. Además de Nofima y UiT en Tromsø, los participantes incluyen Umeå University en Suecia y la Universidade NOVA de Lisboa en Portugal.
“Actualmente, nosotros utilizamos todas las partes del pescado que capturamos, pero las partes que no son para el consumo humano tienen un valor promedio de solo 2 coronas (US$ 0.237) por kilogramo” destacó Haugen.
Esta materia prima residual consiste en recortes, sangre, vísceras, cabezas, colas, aletas, piel y huesos de pescados de captura como el bacalao y de peces de piscifactoría como el salmón.
Productos como los aceites de pescado (omega-3), la harina de pescado, la proteína en polvo y alimentos para animales se producen a partir de materias primas residuales.
Los científicos iniciaron sus ensayos en los laboratorios de Nofima. Ellos colocan las materias primas en una máquina y agregan enzimas. En pocas horas, los materiales se han descompuesto en tres productos diferentes: aceites, proteínas y sólidos, que son principalmente los restos de las espinas de pescado.
Bacterias del Ártico
“Tromsø es el hogar de nuestro biobanco nacional llamado Marbank. Este es un gran archivo que contiene más de mil cepas bacterianas congeladas. La mayoría de ellos se han extraído del lecho marino a lo largo de la costa y en el Ártico. Nosotros tomamos diferentes tipos de bacterias, las hemos cultivado y les hemos permitido interactuar mientras les proporcionamos nutrición a partir de las proteínas que obtenemos de la materia prima” explicó Haugen.
Y eso no es todo; a las bacterias se les han dado condiciones de trabajo muy especiales. Ellas trabajan sobre una superficie de biogránulos que se desarrollaron originalmente en el Norwegian Technical University College (NTNU) en 1989.
“Estos gránulos parecen plásticos y actualmente se utilizan en todo el mundo para limpiar aguas residuales. El proceso involucra microorganismos que viven en la superficie de estos gránulos que luego purifican el agua consumiendo el amoníaco y otras cosas de las que queremos deshacernos. Esto luego se convierte en otras sustancias menos peligrosas. En otras palabras, tomamos una tecnología noruega robusta de la década de 1980 y la usamos en un nuevo contexto” destacó Jan Arne Arnesen de Nofima.
Molécula única
Arnesen señala que lo que está sucediendo ahora es exactamente el mismo proceso experimentado por todos los usuarios de los gránulos: se forma una capa verde y viscosa llamada biopelícula en los biogránulos. Aquí es donde ocurre la magia: se forman nuevas moléculas.
“Lo que obtenemos en el otro extremo es una clase de contenido de caja negra, que luego debemos investigar para descubrir si las bacterias han producido algo que podamos utilizar”.
Hasta ahora, los científicos han sido capaces de identificar poco menos de 20 moléculas que las bacterias han creado utilizando la materia prima residual. Algunas de las moléculas son particularmente valiosas.
Por ejemplo, una de ellas es ampliamente utilizada por las compañías farmacéuticas tanto en medicamentos para la presión arterial como para las alergias.
¡El valor de esta molécula es de NOK 8500 (US $1010) por gramo!
“Estas moléculas tienen un precio tan alto porque hasta ahora solo se fabrican artificialmente. Aquí, hemos logrado producirlos con un método natural”.
“El éxito radica en la colaboración entre las bacterias y el medio ambiente al que están expuestas. Normalmente, nosotros cultivamos y usamos una bacteria a la vez, pero cuando las mezclamos en una comunidad, se activan entre sí y crean tipos de moléculas completamente diferentes comparada con las que ellas pueden producir solas. Si agregan diferentes nutrientes o las exponen a diferentes temperaturas, obtienen resultados completamente nuevos” dijo Haugen.
¿Nuevos trabajos?
Ahora, el camino a seguir para los científicos consiste en desarrollar los descubrimientos que ya han hecho. Quizás en unos años, como resultado de estos hallazgos, se habrán creado tanto nuevas empresas como nuevos puestos de trabajo.
“Además, nosotros trabajaremos para garantizar que no se generen residuos durante este proceso. Nos quedamos con toda una batería de moléculas cuando se completa el proceso. No todas pueden ser comercializadas y utilizadas, por lo que debemos encontrar un proceso para guardar tanto como sea posible. Por ejemplo, algunas de ellas se pueden volver a poner en producción y utilizar como nuevos medios de crecimiento para bacterias” explicó Lian.
Hasta ahora, la investigación se ha realizado durante tres años y ha costado aproximadamente NOK 20 millones (US $2.38 millones). Los socios más importantes son noruegos, liderados por el Research Council of Norway. Noruega está financiando aproximadamente la mitad del proyecto que se llama: Micro MBT.
“Encontrar algo que se pueda vender y crear valor es, por supuesto, un objetivo importante, pero el mayor conocimiento que se obtiene a través de nuestra investigación es igualmente importante. Tenemos muchos estudiantes involucrados en los proyectos y sentimos que se trata de descubrir aún más. Para este proyecto específico, ahora queremos introducir un nuevo tipo de experiencia entre los socios para que se puedan dar nuevos pasos” explicó Haugen.
“Dicho de esta manera, no es que a menudo sacamos el champán cuando hacemos un avance como el que hemos logrado aquí. No obstante, los corchos empiezan a volar cuando obtenemos financiación para nuevos proyectos de investigación importantes” dijo Arnesen.
Contacto:
Kjersti Lian
Principal Engineer
Phone: +47 995 26 660
kjersti.lian@nofima.no
Jan Arne Arnesen
Scientist
Phone: +47 901 99 572
jan-arne.arnesen@nofima.no
Fuente: Nofima