Islas Faroe.- Un nuevo estudio reveló que las piscigranjas costeras son menos peligrosas para las plantas y animales cercanos, de lo que previamente se creía. Los ecosistemas marinos pueden recuperarse de este daño sorprendentemente rápido.
Pero el análisis, durante un año, de una sola granja de trucha en los fiordos de Islas Faroe también mostró que estas instalaciones necesitan ser ubicados de forma cuidadosa, y existe un limite de cuantas pueden operar en un área en particular, antes de que la biodiversidad sufra el impacto.
En las granjas costeras, los peces viven en jaulas grandes. Las heces de los peces y los alimentos no consumidos van a dar al fondo del mar, afectando el ecosistema. Las granjas mal gestionadas también tienen serios efectos sobre la columna de agua que las rodea.
El equipo de investigadores monitoreo las jaulas, inicialmente contenían unos 770 000 alevines de trucha. Ellos midieron el flujo de nutrientes vitales como el carbono y el nitrógeno en todo el sistema, también realizaron un seguimiento a las actividades de los productores, a los cambios en las condiciones del agua y la cantidad de desechos depositados en el lecho marino debajo de las jaulas.
Los resultados fueron mejores a los que ellos esperaban. “Estamos sorprendidos por como el alimento que ingresa es eficientemente convertido en biomasa de peces, particularmente por la cantidad de carbono que es absorbido” dijo el Profesor Ronnie Glud, un biólogo marino en la Southern Danish University, y unos de los autores del informe publicado en la Marine Ecology Progress Series. El informe es parte de la tesis de PhD de Gunnvør á Norði’s y fue realizado en colaboración con los investigadores de la Scottish Association for Marine Science (SAMS).
“Los estudios iniciales sugieren que los procesos fueron mucho menos eficientes” agregó Glud. “Esto puede ser un signo de mejora en los métodos de piscicultura, los productores ahora conocen como alimentar a sus peces de una forma más eficiente, así que existen menos desechos y menos impactos ambientales”.
Cerca de un tercio del carbono y nitrógeno proveído en las dietas terminan en el pez, mientras que sólo entre el 6 y 5% terminan en el fondo del mar.
Los cambios en el fondo del mar todavía son notables, aunque; bajo las jaulas de truchas esta cubierto por un sedimento mucho más oscuro que en las áreas circundantes, debido a la acumulación de los desechos de los peces. Este sedimento oscuro tuvo al menos 18 cm de profundidad, y contenía burbujas de gas metano generado por la descomposición de los desechos. La ecología local también ha cambiado; la superficie de todo el sedimento fue cubierto rápidamente con matas de bacterias de solo unas pocas especies.
Un descanso de 39 días en todas las actividades de las granjas, permitió a los investigadores conocer cuan rápido se recupera el fondo marino de estos efectos. Una vez más la respuesta fue esperanzadora. “Fue asombroso lo rápido que se recuperó el fondo marino una vez que el cultivo se detuvo” comentó Glud. No obstante, Glud estima que la recuperación total se podría dar en un plazo de seis a ocho meses.
Las bacterias del fondo marino son muy eficientes para aprovechar la materia orgánica, remueven entre el 56 y 38% del carbono y nitrógeno, respectivamente. También hay que destacar que las Islas Faroe cuentas con olas y corrientes fuertes que diseminan los desechos de las granjas en una mayor área. Esto reduce su impacto en algún área en particular del lecho marino.
Glud indica que su investigación sugiere que las piscigranjas costeras, apropiadamente gestionada, no puede ser insostenible. Pero agregó, que las granjas deben ser ubicadas de forma cuidadosa y reguladas.
Referencia:
á Norði G, Glud RN, Gaard E, Simonsen K (2011) Environmental impacts of coastal fish farming: carbon and nitrogen budgets for trout farming in Kaldbaksfjørður (Faroe Islands). Mar Ecol Prog Ser 431:223-241