
Europa se está calentando a un ritmo alarmante, más rápido que cualquier otro continente, registrando temperaturas que ya superan el promedio preindustrial en 2,3 °C. Esta realidad climática plantea un reto sin precedentes para la acuicultura, un pilar fundamental de la seguridad alimentaria mundial.
Un reciente y exhaustivo estudio, publicado en la prestigiosa revista científica Reviews in Aquaculture, ha puesto el foco sobre una consecuencia crítica y frecuentemente subestimada de este fenómeno: la alteración drástica en la patogénesis de las enfermedades infecciosas en los peces.
El calentamiento global actúa como un arma de doble filo: no solo estresa a los peces comprometiendo su sistema inmunológico, sino que también modifica el comportamiento de virus, bacterias y parásitos. El resultado es un aumento en la letalidad de ciertos patógenos y la expansión geográfica de otros hacia nuevas áreas.
Hallazgos clave del estudio
- 1 Hallazgos clave del estudio
- 2 El triángulo bajo presión: Ambiente, Hospedero y Patógeno
- 3 Impacto en los patógenos virales: Una amenaza desigual
- 4 Bacterias: Virulencia potenciada por el calor
- 5 Parásitos: Ciclos de vida acelerados
- 6 Estrategias de mitigación: La hoja de ruta
- 7 Conclusión
- 8 Entradas relacionadas:
Los investigadores han identificado cuatro puntos críticos que definen esta nueva realidad sanitaria:
- Europa como «Zona Cero»: Las tasas de calentamiento en el Mediterráneo y en los lagos europeos superan los promedios globales, impactando directamente la fisiología de las especies cultivadas.
- Virulencia bacteriana: El aumento térmico activa genes de virulencia en patógenos como Vibrio y Lactococcus, elevando significativamente la mortalidad en los cultivos.
- Explosión parasitaria: El calor acelera los ciclos de vida de parásitos devastadores, como el piojo de mar en el salmón y el Enteromyxum en doradas.
- Respuesta viral compleja: Mientras algunos virus de aguas frías podrían remitir, otros más peligrosos, como el Betanodavirus, prosperan y se expanden en temperaturas superiores a los 25 °C.
El triángulo bajo presión: Ambiente, Hospedero y Patógeno
El estudio, liderado por el investigador George Rigos del Centro Helénico de Investigación Marina (HCMR) en Grecia —en colaboración con expertos de la Universitat Autònoma de Barcelona, la Universidad de Split (Croacia) y la Universidad de Swansea (Reino Unido)—, subraya un hecho biológico fundamental: la mayoría de los peces son organismos ectotermos.
Al ser animales de «sangre fría», su metabolismo e inmunidad dependen totalmente de la temperatura del agua. Cuando esta supera el rango óptimo de la especie, se desencadena un estrés térmico que deriva en inmunosupresión. Simultáneamente, el agua más cálida retiene menos oxígeno, creando ambientes de hipoxia que debilitan aún más a los peces, dejándolos vulnerables ante las enfermedades.
El cambio climático no favorece a todos los virus por igual. Para aquellos adaptados al frío, como el virus de la septicemia hemorrágica viral (VHSV) que ataca a la trucha arcoíris y al rodaballo, el calentamiento podría reducir su incidencia, ya que prefieren aguas por debajo de los 15 °C.
Sin embargo, para las especies de aguas templadas, el panorama es preocupante. El estudio destaca el Virus de la Necrosis Nerviosa (VNN) como una amenaza mayor para la lubina y la dorada en el Mediterráneo:
- Mayor mortalidad: Los brotes de VNN en lubina europea son notablemente más severos cuando el agua supera los 25 °C.
- Expansión geográfica: El calentamiento permite que genotipos virales, antes restringidos, colonicen nuevas latitudes.
Bacterias: Virulencia potenciada por el calor
Quizás el hallazgo más alarmante es la reacción de las bacterias ante el calor. A diferencia de los virus, muchas bacterias no solo se replican más rápido, sino que activan «modos de ataque» genéticos.
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El equipo, que incluye a Mikolaj Adamek de la Universidad de Medicina Veterinaria de Hannover, recopiló evidencia sobre patógenos clave:
- Vibriosis y Fotobacteriosis: Bacterias como Vibrio harveyi y V. anguillarum expresan mayor virulencia con el calor. A 30 °C, V. harveyi aumenta la producción de enzimas líticas y sideróforos (captadores de hierro), herramientas esenciales para la infección. Paralelamente, la pasteurelosis (Photobacterium damselae) provoca mortalidades masivas en doradas al superar los 25 °C.
- Lactococosis emergente: La bacteria Lactococcus garvieae causa mortalidad en doradas a partir de los 18 °C y en lubinas sobre los 23 °C, convirtiéndose en una amenaza recurrente en el Mediterráneo.
Parásitos: Ciclos de vida acelerados
El impacto en los parásitos es directo y mecánico: el calor acelera su metabolismo y reproducción.
El informe advierte sobre dos casos críticos:
- Piojo de mar (Lepeophtheirus salmonis): En el salmón atlántico, el calor acorta el tiempo de generación del parásito. Aunque viven menos, se desarrollan mucho más rápido, multiplicando la presión de infección. Un aumento de solo 2 °C podría elevar drásticamente la carga parasitaria en el Mar del Norte.
- Enteromixosis (Enteromyxum leei): Este parásito intestinal devasta a la dorada. Aunque se suprime bajo los 15 °C, inviernos más cálidos permiten que el parásito permanezca activo o en latencia, listo para reinfectar rápidamente.
Estrategias de mitigación: La hoja de ruta
Ante este escenario, autores como Sofia Consuegra (Universidad de Swansea) e Ivona Mladineo (Instituto de Parasitología BCAS), proponen medidas urgentes:
- Ingeniería y Ubicación: Desplazar granjas a zonas de corrientes frías, utilizar jaulas sumergibles para aprovechar termoclinas profundas, o invertir en Sistemas de Recirculación (RAS) para un control total de la temperatura.
- Genética y Epigenética: Más allá de la selección genética clásica, el estudio enfatiza la epigenética. Esta podría permitir una adaptación rápida mediante la plasticidad fenotípica, «programando» a la descendencia para resistir temperaturas que sus padres experimentaron.
- Revisión de Tratamientos: La eficacia de vacunas y químicos (como el peróxido de hidrógeno) puede caer con el calor o volverse tóxica debido al metabolismo acelerado de los peces. Los protocolos de salud deben reescribirse.
Conclusión
El calentamiento global ya no es una amenaza futura para la acuicultura europea; es una realidad operativa que redefine la relación biológica entre peces y patógenos. La sostenibilidad del sector dependerá de la capacidad para anticipar estos cambios e implementar tecnologías adaptativas. La colaboración estrecha entre ciencia e industria será el único salvavidas en estas aguas cada vez más cálidas.
Contacto
George Rigos
Hellenic Centre for Marine Research, Institute of Marine Biology, Biotechnology and Aquaculture
Anavyssos, Attiki, Greece
Email: grigos@hcmr.gr
Referencia (acceso abierto)
Rigos, G., Padrós, F., Constenla, M., Jerončić, A., Kogiannou, D., Consuegra, S., Adamek, M., & Mladineo, I. (2026). Global Warming Affects the Pathogenesis of Important Fish Diseases in European Aquaculture. Reviews in Aquaculture, 18(1), e70112. https://doi.org/10.1111/raq.70112
Editor de la revista digital AquaHoy. Biólogo Acuicultor titulado por la Universidad Nacional del Santa (UNS) y Máster en Gestión de la Ciencia y la Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia, con diplomados en Innovación Empresarial y Gestión de la Innovación. Posee amplia experiencia en el sector acuícola y pesquero, habiendo liderado la Unidad de Innovación en Pesca del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA). Ha sido consultor senior en vigilancia tecnológica, formulador y asesor de proyectos de innovación, y docente en la UNS. Es miembro del Colegio de Biólogos del Perú y ha sido reconocido por la World Aquaculture Society (WAS) en 2016 por su aporte a la acuicultura.




