Argentina.- Sabiendo de la práctica de siembra y resiembra de alevinos de Trucha en nuestros ríos sin información del impacto de la especie en nuestros ecosistemas surgió la necesidad de plantear el tema. A raíz de estudios científicos realizados por biólogos de la Facultad de Ciencias Naturales e IML-UNT, en los que demostraron el impacto negativo en la biodiversidad autóctona alterando procesos ecosistémicos naturales, se sancionó la Ley Provincial N° 6292.
Cabe destacar que en 1995 sale a la luz en un libro, del entonces Laboratorio de Investigaciones Ecológicas de las Yungas (LIEY) de la UNT, un capítulo de los doctores Hugo Rafael Fernández y Luis Alfredo Fernández, donde empieza a manifestarse la preocupación por la presencia de La Trucha en los ríos de Tucumán.
El trabajo se publicó luego en una revista sueca para ampliar la difusión de esta problemática. Se generó así una beca posdoctoral del doctor Carlos Molineri para estudiar a fondo este impacto en los organismos del río y su consiguiente publicación de resultados en una revista argentina y en un capítulo de un libro. Posteriormente vino una tesis de grado (A. S. Martínez Marinaro) dirigida por el mismo Molineri, en este caso, utilizando las truchas colectadas antes en su estudio.
Toda esta información recabada, más la publicada en otros lugares de nuestro país y el exterior (especialmente en Nueva Zelanda, Chile, y Estados Unidos), sirvió finalmente, 23 años después, para convencer a las autoridades de la necesidad de detener la resiembra de truchas arcoíris (Oncorhynchus mykiss) en nuestros ríos. La decisión fue formalizada mediante la Resolución N° 263/18 DFFSYS y excluye la siembra de truchas en ríos que se encuentran dentro de Áreas Naturales Protegidas: Los Sosa, Pueblo Viejo sus afluentes y La Angostura.
El ecosistema de Yunga de nuestra provincia tiene un alto valor de conservación por su diversidad de flora y fauna nativas, presencia de especies endémicas y la producción de bienes y servicios ecosistémicos valiosos para la sociedad.
“La trucha como depredador voraz genera grandes daños en nuestra fauna autóctona y ecosistemas acuáticos-terrestres de montaña que no tenían un predador comparable. Se alimentan de estadios tempranos de especies varias afectando la biodiversidad, y de algunas especies que se encuentran en grave declinación poblacional como la rana marsupial”, sostuvieron los investigadores.
Fuente: Secretaría de Desarrollo Institucional de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT