Brasil.- Científicos evaluaron las condiciones microbiológicas del camarón blanco (Litopenaeus vannamei) que se cría y comercializa en Natal, ellos realizaron análisis fenotípicos y genotípicos de cepas de Vibrio parahaemolyticus aislados de camarón de cultivo fresco y congelado.
El cultivo de camarón se en Brasil se inició en los años 70 y se consolidó a finales de los años 80; la exitosa aclimatación del camarón blanco a las condiciones ambientales del noreste brasileño fue uno de los principales factores para hacer de la actividad económicamente viable.
Los camaroneros del noreste de Brasil generalmente cultivan el camarón en estanques que bombean agua de los estuarios adyacentes. Los estanques son reservorios críticos para especies de vibrio oportunistas, algunos de los cuales son potencialmente patógenicos para el hombre.
Las cepas de Vibrio parahaemolyticus son comúnmente transmitidas a los humanos a través del inadecuado cocido del camarón contaminado, causando gastroenteritis.
La presencia de vibrios patogenicos en los estanques camaroneros ha conducido a los productores a buscar eficientes medidas de control como la terapia con antibióticos. Sin embargo, el uso inapropiado y constante de los antibióticos ha dado como origen el desarrollo de cepas resistentes.
En este sentido, científicos del Laboratorio de Microbiología de los Alimentos de la Universidade Potiguar; del Laboratorio de Microbiología de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte; de la Fundação Oswaldo Cruz; y del Instituto de Ciências do Mar, liderados por Ligia Maria Rodrigues de Melo, evaluaron las condiciones microbiológicas del camarón de cultivo comercializado en Natal; ellos realizaron análisis fenotípicos y genotípicos de las cepas de V. parahaemolyticus aislados del camarón fresco y refrigerado. Las pruebas se diseñaron para evaluar la susceptibilidad a antibióticos comúnmente usados en las terapias humanas, entre las cuales se incluyen tetraciclina, amikacina, ampicilina, cloranfenicol, sulfametoxazole-trimetoprim, ciprofloxacina y nitrofurantoin.
De acuerdo con los resultados de los científicos cinco cepas (50%) presentaron resistencia múltiple a la ampicilina (90%) y amikacina (60%); mientras que dos cepas (20%) mostraron resistencia intermedia a la amikacina. Todas las cepas fueron sensibles al cloranfenicol.
Los científicos concluyen que la mitad de las cepas aisladas produjeron un índice de resistencia múltiple superior a 0.2, indicando un considerable riesgo de propagación de la resistencia al antibiótico a través de la cadena alimentaria.
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Ligia Maria Rodrigues de Melo
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