EEUU.- Cuando las familias de Florida se reúnen para disfrutar de una cena de alimentos de origen acuáticos, es posible que no se den cuenta de que el plato principal no se capturó en el Golfo de México, sino que se crió en la costa de Panamá.
El proceso de cultivos de alimentos de origen acuático en el océano, conocido como maricultura, es una tendencia creciente, pero que se conoce poco sobre sus tendencias de desarrollo. Esto motivó a que un grupo de investigadores de la Florida State University (FSU) evalué el desarrollo de la industria.
La investigadora postdoctotal de FSU Rebecca Gentry, la estudiante de doctorado Elizabeth Bess Ruff y la profesora asistente de geografía Sarah Lester examinaron más de 50 años de datos desde 1950 hasta 2016, de más de 100 países de todo el mundo. Su estudio describió varios patrones consistentes de maricultura que tienen lugar a nivel mundial.
“La acuicultura es un componente cada vez más importante de la producción mundial de alimentos” dijo Gentry. “Por lo tanto, comprender los patrones de desarrollo tiene importantes implicaciones para gestionar nuestros cambiantes sistemas alimentarios mundiales y garantizar el desarrollo económico, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental”.
Gentry y su equipo examinaron diferentes trayectorias de desarrollo de la producción de la maricultura en general y la de grupos específicos de especies, como peces y crustáceos. Ellos descubrieron que los países con una producción relativamente estable cultivaban una mayor diversidad de especies que los países con otras trayectorias de desarrollo.
Por ejemplo, los países estables produjeron 15.2 especies en promedio, en comparación con los 6.5 para los países que han experimentado un colapso en la producción. Lester señaló que este resultado sugiere que aumentar la diversidad de los cultivos de la maricultura podría apoyar una producción de pescados y mariscos más robusta y resiliente.
Adicionalmente, los investigadores encontraron que el tipo de especies cultivadas tenía una conexión positiva con la trayectoria de desarrollo de un país. Específicamente, los países que inicialmente cultivaron moluscos, como las ostras o mejillones, tenían más probabilidades de tener una producción más estable que los países que comenzaron con la cría de peces.
Los investigadores también descubrieron que la gobernanza y los indicadores económicos estaban relacionados con las trayectorias de producción de la maricultura. Por ejemplo, los países con baja producción tendieron a tener puntajes anuales más bajos del producto bruto interno (PBI), menor calidad regulatoria ambiental y menores niveles de conectividad a internet. Además, el equipo demostró que muchos países habían estabilizado su producción su producción de maricultura a un nivel muy inferior a su productividad potencial.
“Esto indica que la gobernanza, los cambios regulatorios o económicos podrían desbloquear más oportunidades de crecimiento” manifestó Gentry. “Las regulaciones ambientales son importantes para prevenir el deterioro ambiental significativo, el sobre-desarrollo local y las prácticas de cultivo insostenibles. Sin embargo, para aquellos países que actualmente no logran alcanzar su potencial de maricultura, vale la pena considerar políticas para alentar un crecimiento reflexionado”.
El estudio es parte de un proyecto financiado por la National Science Foundation liderado por Lester, que está examinando los impulsores socioeconómicos y ecológicos del desarrollo de la maricultura.
“Este tipo de investigación multidisciplinaria es esencial para comprender mejor los efectos actuales y el potencial futuro de la acuicultura marina, que será aún más importante a medida que la población humana mundial continúe aumentando y alcancemos los límites sostenibles de otros tipos de producción de alimentos”.
Referencia:
Rebecca R. Gentry, Elizabeth O. Ruff & Sarah E. Lester. Temporal patterns of adoption of mariculture innovation globally. Nature Sustainability volume 2, pages 949–956 (2019). https://www.nature.com/articles/s41893-019-0395-y