España (Málaga Hoy).- El equipo científico que dirige en la Universidad de Málaga el catedrático Miguel Ángel Moriñigo ha identificado un microorganismo que estimula el sistema inmunológico de los lenguados de acuicultura, favorece su crecimiento y los hace resistentes a las infecciones, sin necesidad de recurrir a los antibióticos. El asunto no es menor. España es una potencia europea en acuicultura. Es el tercer productor de dorada y lubina, pero sufre la competencia de Grecia y Turquía que, gracias a sus costas menos profundas y aguas más cálidas, copan el sector.
La alternativa es encontrar una especie más rentable y el lenguado es desde hace lustros un candidato con muchas posibilidades, pero también con problemas. No es fácil conseguir alevines resistentes a los patógenos, salvo que se cultiven en tanques donde la calidad del agua esté bajo control. Por ejemplo la reproducción y cría en esteras en la costa, como se hace con la dorada y la lubina, no resulta rentable porque los ejemplares están más expuestos a las enfermedades. Además, son sensibles al estrés derivado de la alta densidad de individuos en un espacio reducido, circunstancia que los inmunodeprime y hace más vulnerables a las enfermedades, elemento que, a su vez, juega en contra de su interés comercial.
El grupo de Miguel Ángel Moriñigo empezó a trabajar en acuicultura en los años 90 y desde 2002 mantiene una línea de investigación en torno a los lenguados, junto al equipo de María Ángeles Esteban, de la Universidad de Murcia. Primero determinó los tres patógenos que más afectan a esta especie y después identificó un microorganismo, localizado en la piel de la dorada, que inhibe la proliferación de las enfermedades que más atacan a los lenguados.
El hallazgo tiene una ventaja adicional de calado porque la capacidad probiótica de ese microorganismo bueno, denominado Shewanella putrefaciens Pdp11 (SpPdp11), lo convierte en una alternativa a los antibióticos. En acuicultura, tal y como sucede en la ganadería, la solución más común es aplicar medicamentos para impedir la proliferación de enfermedades, práctica que a la larga no solo perjudica el sistema inmunitario del animal, sino que también repercute en el último eslabón de la cadena alimentaria: el hombre. La propuesta del equipo malagueño es proporcionar alimentación probiótica que al menos reduzca las necesidades de medicamentos.
Los científicos de la Universidad de Málaga, en colaboración con el equipo de Inés García de la Banda, del Instituto Oceanográfico Español en Santander, han demostrado la capacidad de este microorganismo para fortalecer el sistema inmune y el crecimiento de los lenguados. También han visto su impacto en la microbiota intestinal de estos peces. «Se dice que la microbiota es el órgano oculto porque influye en la nutrición, en el desarrollo del sistema inmune y hasta en el desarrollo cerebral y el comportamiento. Se ha visto también su relación con enfermedades como la obesidad y la diabetes», subraya Miguel Ángel Moriñigo.
Este efecto sobre la microbiota se ha podido comprobar proporcionando el SpPdp11 a través de la alimentación. Incluso se ha demostrado que este microorganismo amortigua los efectos negativos de los antibióticos.
El siguiente paso que abordan, junto expertos de la Universidad de Cádiz, es la capacidad de este probiótico para activar la expresión de los genes relacionados con el estrés oxidativo, lo que permitiría aumentar la densidad en las explotaciones de lenguados y, por tanto, mejorar su rentabilidad comercial.
Además, el grupo está involucrado en la secuenciación del genoma del probiótico SpPdp11. Esta línea la desarrolla desde 2012 junto a la Universidad de Murcia y con la colaboración de la Universidad de Córdoba y el Instituto Oceanográfico en Santander. En este momento tratan de comparar el genoma de este microorganismo con el de otras cepas de la misma especie pero que en lugar de reportar beneficios provocan enfermedades.
Miguel Ángel Moriñigo ha mantenido activo este frente científico gracias a la financiación que ha captado en diferentes convocatorias públicas. Se reconoce afortunado porque ha conseguido fondos a pesar de los severos recortes que se ha sufrido la ciencia en los últimos años. En este sentido, no obstante, lamenta que la industria, pese a que siempre se ha mostrado interesada, finalmente no se haya implicado en la investigación. El principal obstáculo reside en que este microorganismo debe pasar los filtros sanitarios y ser registrado como apto para el consumo animal, un proceso que se calcula puede necesitar de una inversión próxima al millón de euros que por el momento la iniciativa privada no está dispuesta a asumir.
En estas circunstancias el grupo de Biocontrol y Profilaxis de Enfermedades en Acuicultura baraja investigar los efectos del microorganismo no ya vivo, sino muerto, para comprobar si mantiene sus propiedades probióticas. De ser así se podría evitar este escollo y entrar definitivamente en el segmento de la alimentación de peces, precisamente en un momento en que el cultivo del lenguado cobra interés como alternativa a la dorada y lubina. El último informe de la Asociación de Productores de Cultivos Marinos de España (Apromar) indica que la producción ha crecido un 50% hasta alcanzar las 786 toneladas, a pesar de todos los frenos que existen a su expansión, que incluyen desde la fragilidad de esta especie hasta las dificultades para conseguir autorización para implantar zonas de producción en las costas.