
El condicionamiento alimenticio y la reversión sexual permitieron que el peso del tambaquí aumentara de 1 kg en 12 meses a 1,7 kg en solo 10 meses, marcando un hito para la producción acuícola sostenible.
El tambaquí (gamitana o cachama) es el pez nativo más cultivado en Brasil; sin embargo, su producción actual sigue siendo modesta en comparación con el inmenso potencial del país. Para transformar este panorama, instituciones como la Embrapa están liderando esfuerzos científicos significativos.
Una investigación coordinada por Embrapa Pesca y Acuicultura (TO) ha logrado aumentar en más del doble la ganancia de peso del tambaquí (Colossoma macropomum) en sistemas de tanques red (jaulas). Mediante técnicas avanzadas que incluyen suplementación hormonal y condicionamiento alimentario, los científicos obtuvieron ejemplares de 1,7 kg en diez meses. Esto representa una tasa de aumento de peso 2,04 veces superior al promedio tradicional, que ronda el kilogramo en un periodo de doce meses.
Estos resultados se obtuvieron en tanques con una densidad de 40 kilogramos por metro cúbico (kg/m³), calculando el incremento de peso en base a la media mensual.
El proyecto Monotamba y la eficiencia productiva
Mejorar la producción de tambaquí en tanques red (jaulas) es una prioridad para la investigación agropecuaria, dado su potencial para la inclusión socioproductiva de piscicultores familiares. Este avance es fruto del proyecto «Uso de poblaciones monosexo de tambaquíes» (Monotamba), liderado por la investigadora Flávia Tavares.
La producción en jaulas no solo es ambientalmente responsable, promoviendo una acuicultura sostenible con productividad creciente, sino que también facilita el acceso a mercados locales en regiones ribereñas. Esto acerca la producción al consumidor final, reduciendo costos logísticos y mejorando la frescura del producto.
En este estudio se utilizaron exclusivamente hembras, las cuales demuestran una mayor ganancia de peso en esta especie (a diferencia de la tilapia). Estas recibieron la hormona estradiol durante la fase de recría por seis semanas. Los experimentos se dividieron entre el Sistema de Recirculación de Agua (RAS) y tanques red (jaulas) en el Lago de Palmas.
Cabe destacar que iniciativas previas, como el proyecto BRS Aqua, ya habían logrado reducir el tiempo de engorde de doce a nueve meses para alcanzar 1 kg, mediante ajustes en la clasificación y la tabla alimentaria.
En el proyecto Monotamba, los resultados con poblaciones mixtas (machos y hembras) también fueron positivos, alcanzando 1,4 kg en diez meses. Este grupo funcionó como control, sirviendo de base comparativa para la población de solo hembras tratadas con hormonas.
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La clave del éxito: Condicionamiento alimentario
Durante la fase de recría en sistema indoor, los animales fueron alimentados exclusivamente con ración, generando un condicionamiento vital. Al ser trasladados a los tanques red en el Lago de Palmas, los peces ya estaban habituados a esta dieta.
Según la investigadora Tavares: «Su comportamiento al alimentarse se asemejaba al de la tilapia, algo que no se había observado antes». Bajo este contexto, el tambaquí alcanzó 1 kg alrededor de los seis meses y medio, un tiempo muy competitivo y cercano al ciclo de la tilapia.
Tavares subraya que este crecimiento expresivo se debe, en gran medida, al entrenamiento alimentario durante la recría. Esto evidencia la estrecha relación entre las etapas productivas: un manejo adecuado en una fase impacta positivamente en la siguiente.
La experta resalta que el entrenamiento indoor «hizo que los peces aprendieran a comer ración más temprano, volviéndolos mucho más ávidos por la comida que los no entrenados, lo cual marcó una gran diferencia». Este avance abre perspectivas prometedoras para la viabilidad tecnológica del sistema.
Hacia la viabilidad económica y futuros pasos
Esta evolución es parte de un esfuerzo conjunto entre la ciencia y el sector productivo para establecer paquetes tecnológicos robustos para el tambaquí, similares a los que ya existen para la tilapia, el pez más exportado de Brasil.
Aunque los resultados del Monotamba son excelentes en términos zootécnicos, el siguiente paso es validar los indicadores económicos. «Es necesario calcular los indicadores económicos para verificar si el tiempo que el pez debe permanecer en el sistema indoor representa un costo viable para el productor», señala la investigadora.
Dado que la alimentación puede representar hasta el 80% de los costos de producción, y considerando que los animales están condicionados a comer ración, la gestión precisa del insumo se vuelve un punto de atención crítico.
Además del peso, se prevé un aumento en la densidad poblacional. Tavares estima viable alcanzar los 50 kg/m³, lo que reduciría aún más la brecha productiva con la tilapia.
La investigadora concluye con optimismo sobre el futuro del sector: «Estamos avanzando, es parte de un proceso. Tendremos especies mejoradas para jaulas y edición genómica que auxiliarán en la ganancia de peso. Tiene todo para funcionar; el tambaquí posee un potencial enorme, principalmente para la Región Norte de Brasil».
Editor de la revista digital AquaHoy. Biólogo Acuicultor titulado por la Universidad Nacional del Santa (UNS) y Máster en Gestión de la Ciencia y la Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia, con diplomados en Innovación Empresarial y Gestión de la Innovación. Posee amplia experiencia en el sector acuícola y pesquero, habiendo liderado la Unidad de Innovación en Pesca del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA). Ha sido consultor senior en vigilancia tecnológica, formulador y asesor de proyectos de innovación, y docente en la UNS. Es miembro del Colegio de Biólogos del Perú y ha sido reconocido por la World Aquaculture Society (WAS) en 2016 por su aporte a la acuicultura.


