Canadá.- Un creciente número de usos valiosos de las macroalgas, desde alimentos y fertilizantes hasta geles farmacéuticos e industriales, están impulsando el rápido crecimiento de una industria que podría caer fácilmente en algunos de los mismos problemas que previamente experimentaron la agricultura y la piscicultura.
Una nueva propuesta de política desarrollada por 21 instituciones en todo el mundo, y liderada por el Institute for Water, Environment and Health de las Naciones Unidas y la Scottish Association for Marine Science, busca asesorar la creciente industria multimillonaria para ayudar a evitar los costosos errores e implementar mejores prácticas.
Los autores resalta que las granjas de macroalgas ahora producen más de 25 millones de toneladas por año. El valor global de las macroalgas alcanzó los US$6 400 millones en el año 2014.
El cultivo de macroalgas viene creciendo desde finales de los años 50, y actualmente es una industria que ofrece empleo sostenible en economías en desarrollo y emergentes, principalmente en China (produce la mitad de la producción mundial de macroalgas: 12.8 millones de toneladas) e Indonesia (27% de las producción mundial: 6.5 millones de toneladas). Otro de los principales productores incluyen a República de Corea y Filipinas.
Industria de macroalgas tiene muchos beneficios
Con el estancamiento de la pesca, el cultivo de macroalgas ayuda a cerrar una brecha y “es ampliamente percibida como el tipo más ambientalmente benigna de acuicultura, debido a que no requiere de piensos adicionales o fertilizantes” dijeron los autores. Consecuentemente, viene siendo promovida por iniciativas de los gobiernos, particularmente en muchos países en desarrollo donde las comunidades tienen un acceso reducido a medios de sustento alternativos o están envueltos en métodos destructivos de pesca, como pesca con dinamita.
Además, el cultivo de macroalgas también viene siendo integrado con la piscicultura intensiva para proveer zonas de cría para los peces y crustáceos juveniles comerciales, y para filtrar los nutrientes no deseados, mejorar el ambiente marino y reducir la eutrofización.
Indirectamente, el cultivo de macroalgas ha reducido la sobrepesca en muchas regiones, proveyendo a las comunidades costeras con un medio alternativo de sustento. En algunos lugares, las mujeres se han vuelto económicamente activas por primera vez. La mayor parte de las macroalgas producidas son usadas para consumo humano, mientras que una parte importante es usada como aditivo nutricional para piensos de animales o como un fertilizante.
En la última década, el cultivo de macroalgas se ha expandido rápidamente gracias a la creciente demanda para su uso en productos farmacéuticos, nutracéuticos y antimicrobianos, además de aplicaciones biotecnológicas.
Problemas de la rápida expansión
“La rápida expansión de cualquier industria, sin embargo, puede resultar en consecuencias ecológicas y sociales imprevistos” según los autores.
Las comunidades que dependen de un solo cultivo para su sustento se vuelven altamente vulnerables al brote de una enfermedad, como ocurrió en Filipinas entre el 2011 y 2013 cuando una bacterias blanqueo las ramas de valiosas especies de macroalgas, causando pérdidas devastadoras a las comunidades involucradas, estimados en más de US$310 millones.
Los autores dicen que la industria necesidad protegerse contra pestes y patógenos no indígenas, para promover la diversidad genética de las poblaciones de macroalgas y para aumentar la conciencia de los errores en las prácticas de gestión de las granjas, como la colocación de redes muy juntas, lo que vuelve el cultivo más vulnerables a la transferencia de enfermedades y desastres naturales.
“Además, el uso ilegal de algicidas/pesticidas, con consecuencias desconocidas pero probablemente perjudiciales para el ambiente marino en general, los conflictos entre usuarios por los valiosos recursos costeros y la creciente insatisfacción por los bajos precios en granja puede resultar en impactos negativos para la industria”.
Puntos claves para la industria de macroalgas
– Bioseguridad: prevenir la introducción de enfermedades y pestes y patógenos no nativos.
– Invertir en la evaluación del riesgo y la detección temprana de enfermedades.
– Desarrollar conocimiento y capacidades dentro del sector.
– Planificación cooperativa para anticipar y resolver los conflictos entre los intereses en competencia por los recursos marinos costeros finitos, y
– Establecer políticas de gestión e instituciones a niveles nacional e internacional.
Referencia (abierto):
Cottier-Cook, E.J., Nagabhatla, N., Badis, Y., Campbell, M., Chopin, T, Dai, W, Fang, J., He, P, Hewitt, C, Kim, G. H., Huo, Y, Jiang, Z, Kema, G, Li, X, Liu, F, Liu, H, Liu, Y, Lu, Q, Luo, Q, Mao, Y, Msuya, F. E, Rebours, C, Shen, H., Stentiford, G. D., Yarish, C, Wu, H, Yang, X, Zhang, J, Zhou, Y, Gachon, C. M. M. (2016). Safeguarding the future of the global seaweed aquaculture industry. United Nations University and Scottish Association for Marine Science Policy Brief. ISBN 978-92-808-6080-1. 12pp.
https://drive.google.com/file/d/0B1bF9zth54L8dUJCaFRrMDZueEU/view