El trabajo del investigador Álvaro Lorenzo-Felipe, que ha obtenido sobresaliente cum laude tras presentar su tesis en la ULPGC, ha descrito 64 genes responsables de la presencia de deformidades en dorada. La importancia de este hallazgo radica en que los descendientes deformes no son aceptados por el consumidor, por lo que se podría mejorar la producción en acuicultura de la especie seleccionando solo aquellos que están exentos de la predisposición genética.
Una tesis desarrollada por uno de los investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-ECOAQUA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), ha abierto la puerta al desarrollo de una herramienta capaz de determinar el potencial genético de los cultivos de dorada (Sparus aurata) para su reproducción a nivel industrial.
El trabajo, liderado por el investigador Álvaro Lorenzo-Felipe del Grupo de Investigación en Acuicultura (GIA) del IU-ECOAQUA, en colaboración con el grupo de Nutrigenómica del IATS-CSIC, examinó a más de 5.000 individuos reproductores de dorada procedentes de lotes industriales del proyecto nacional PROGENSA y del europeo PerfomFISH, con el fin de determinar la influencia de su valor genético con el fin de detectar la presencia de deformidades en sus descendientes. El objetivo de análisis era fijar en las poblaciones de la industria sólo aquellos que están exentos de tal predisposición genética y, además, catalogar qué genes pueden ser los responsables de la prevalencia de las deformidades.
Durante el desarrollo de la investigación, en la que Lorenzo-Felipe ha contado con la tutela y dirección de las doctoras María Jesús Zamorano Serrano y Hyun Suk Shin, se han llevado a cabo tres experimentos durante las etapas de reproducción de dos grupos diferenciados de individuos para el estudio: uno con un mayor potencial genético para la aparición de deformidades y otro con un mayor potencial genético para la normalidad, coincidiendo ambos en el requisito de tener un aspecto externo normal, con el fin de reproducir las condiciones de establecimiento de lotes de producción industriales, en las que los individuos deformes son descartados.
Como resultado a estas investigaciones se ha concluido que un elevado valor genético para la deformidad afecta a la calidad de las puestas, disminuyendo el número de larvas viables. Del mismo modo, la investigación confirma que los individuos reproductores afectados por este valor genético dan como resultado un mayor número de hijos deformes, pese a la apariencia normal de los padres.
Finalmente, el investigador ha logrado fijar 64 genes, de entre los responsables de la aparición de deformidad en la dorada, que presentan cambios en su secuencia y que, como resultado, podrían ser utilizados para el desarrollo de una herramienta genética capaz de detectar, de forma sencilla, el potencial genético de estos animales a la hora de utilizarlos como reproductores en su producción industrial.
Estos hallazgos permitirán a las empresas de acuicultura de la dorada conocer cuál es la predisposición genética para la deformidad que presentan sus stocks de reproductores, posibilitando evitar aquellos con predisposición al desarrollo de deformidades, con el fin de optimizar los procesos reproductivos de los mismos.
El doctor Álvaro Lorenzo-Felipe, que se graduó en Biotecnología en la Universidad Pablo Olavide, especializándose posteriormente en acuicultura y bioinformática en la ULPGC, ha obtenido una calificación de sobresaliente cum laude por esta tesis con mención internacional tras una estancia de tres meses en el Center of Aquaculture Technologies (CAT, California, EEUU), el pasado 5 de julio en el Parque Científico Tecnológico Marino de Taliarte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ante el tribunal compuesto por el director del GIA, Juan Manuel Afonso López, como presidente, por el doctor Manuel Manchado Campaña, investigador senior del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA, España), y el doctor Georges Koumoundouros, catedrático de Biología Marina de la Universidad de Creta, en Grecia.