
Uno de los patógenos bacterianos más preocupantes en la industria camaronera mundial es Vibrio parahaemolyticus, causante de vibriosis, una enfermedad que puede generar altas mortalidades y pérdidas económicas significativas en las granjas camaroneras.
Un reciente estudio realizado en Egipto por investigadores del Agriculture Research Center ARC y de la Arish University ha puesto el foco en cómo la salinidad del agua, un parámetro ambiental fundamental, puede modular la vulnerabilidad de los camarones a la infección por V. parahaemolyticus, además de influir en su crecimiento y sus defensas antioxidantes. Comprender esta relación es crucial para optimizar las estrategias de manejo en los cultivos y avanzar hacia una acuicultura más resiliente.
El problema: mortalidades en granjas y la búsqueda de respuestas
El estudio partió de una situación real: dos granjas de camarón en el norte de Egipto que experimentaban tasas de mortalidad elevadas. Estas granjas utilizaban agua con salinidades marcadamente diferentes (4.28 g/L y 28.5 g/L).
El primer paso de los cientíicos fue identificar al culpable. Los análisis bacteriológicos de camarones moribundos de estas granjas revelaron la presencia de tres cepas de Vibrio parahaemolyticus, denominadas VHLA1, VHLA2 y VHLA3. La identificación se confirmó mediante la detección de genes clave asociados a la virulencia de esta bacteria: el gen de la proteína de membrana integral (toxR) y los genes de hemolisinas (tdh y trh). Curiosamente, no todas las cepas eran iguales: la cepa VHLA3 presentó los tres genes de virulencia, mientras que a VHLA1 y VHLA2 les faltaba el gen tdh.
Un dato relevante para el manejo sanitario es que estas cepas mostraron ser multirresistentes a varios antibióticos, aunque sensibles a ciprofloxacina y florfenicol. Esto subraya la importancia de un uso responsable de antibióticos y la búsqueda de estrategias preventivas.
Simulando condiciones de cultivo para entender el efecto de la salinidad
Para investigar a fondo cómo la salinidad influía en la infección, los investigadores diseñaron un experimento controlado. Ellos tomaron 180 camarones L. vannamei sanos, con un peso promedio inicial de 5.3 gramos, y los distribuyeron en tres grupos, cada uno sometido a un nivel de salinidad diferente durante 8 semanas:
- Baja salinidad: 7 g/L
- Salinidad media (control, similar al agua de mar): 35 g/L
- Alta salinidad: 50 g/L
Estas salinidades fueron elegidas porque representan rangos que el camarón patiblanco puede tolerar y que se encuentran en diferentes entornos de cultivo.
Tras este período de aclimatación y crecimiento, los camarones de cada grupo de salinidad fueron desafiados con una dosis letal media (LD50) de las tres cepas de V. parahaemolyticus aisladas (VHLA1, VHLA2 y VHLA3). Las LD50 previamente determinadas para estas cepas fueron 3.78×105 UFC/mL para VHLA1, 1.99×105 UFC/mL para VHLA2 y 1.95×105 UFC/mL para VHLA3. Los científicos evaluaron la tasa de mortalidad y la tasa de reaislamiento de la bacteria en los camarones muertos. Además, en algunos grupos se administró un tratamiento con florfenicol para observar su efectividad bajo diferentes salinidades.
La salinidad como espada de doble filo
Los hallazgos del estudio son reveladores y ofrecen información valiosa para los productores.
- Mortalidad y respuesta al tratamiento antibiótico:
- Alta salinidad (50 g/L): Los camarones mantenidos a esta salinidad y experimentalmente infectados con las cepas VHLA1, VHLA2 y VHLA3 mostraron las tasas de mortalidad más altas (60%, 80% y 80%, respectivamente) en comparación con los camarones en salinidades de 7 y 35 g/L.
- Salinidades extremas (7 g/L y 50 g/L): En general, los camarones criados en los extremos de salinidad (baja, 7 g/L, y alta, 50 g/L) presentaron una mayor mortalidad y una mayor tasa de reaislamiento de la bacteria, sugiriendo que estas condiciones extremas pueden estresar a los animales y hacerlos más susceptibles.
- Efectividad del florfenicol: El tratamiento con florfenicol logró reducir la mortalidad a rangos entre 10-20% en todos los grupos de salinidad. Sin embargo, su capacidad para reducir la presencia de la bacteria (reaislamiento) varió: fue menos efectivo a 7 g/L (reducción del 20% en reaislamiento) y a 50 g/L (no hubo reducción en el reaislamiento, siendo del 100% incluso con tratamiento para algunas cepas) en comparación con la salinidad media de 35 g/L (reducción del 30-40%). Esto indica que la salinidad no solo afecta al camarón, sino también a la eficacia de los tratamientos.
- Rendimiento del crecimiento:
- Alta salinidad (50 g/L): Sorprendentemente, los camarones criados en la salinidad más alta (50 g/L) mostraron un peso final (15.6 g) y una tasa de crecimiento específico (1.54%/día) significativamente mayores, junto con un factor de conversión alimenticia (FCR) más bajo, en comparación con los grupos de baja y media salinidad. Esto podría parecer contradictorio con la mayor mortalidad ante la infección.
- Supervivencia: A pesar del buen crecimiento, la tasa de supervivencia general durante las 8 semanas de cultivo (antes del desafío bacteriano) fue menor en el grupo de alta salinidad (77.33%) en comparación con el de baja salinidad (98%) y el de media salinidad (88.67%). El grupo de 7 g/L tuvo la mejor supervivencia general.
- Respuesta antioxidante y al estrés: El estudio también analizó la expresión de genes relacionados con la respuesta antioxidante y al estrés en el hepatopáncreas de los camarones, un órgano vital para el metabolismo y la inmunidad.
- CAT y SOD: La expresión de los genes de las enzimas antioxidantes catalasa (CAT) y superóxido dismutasa (SOD) fue significativamente mayor en los camarones mantenidos a 50 g/L en comparación con las salinidades más bajas. Esto sugiere que los camarones en alta salinidad estaban experimentando un mayor estrés oxidativo y activando sus defensas.
- Hsp70: La expresión del gen de la proteína de choque térmico 70 (Hsp70), un conocido indicador de estrés celular, fue significativamente más alta a 50 g/L, seguida por la de 7 g/L, y luego la de 35 g/L. Esto confirma que tanto la alta como la baja salinidad pueden ser condiciones estresantes para el camarón.
Implicancia de los resultados para la industria camaronera
Este estudio resalta la compleja interacción entre el camarón, el patógeno V. parahaemolyticus y un factor ambiental crítico como la salinidad. Queda claro que V. parahaemolyticus fue el agente causal de las mortalidades observadas, con diferentes patrones de virulencia entre las cepas.
La salinidad del agua emerge como un factor de control determinante tanto para el estado antioxidante del camarón como para la susceptibilidad a la infección por V. parahaemolyticus. Los resultados sugieren que las salinidades extremas, tanto muy bajas (7 g/L) como muy altas (50 g/L), pueden comprometer la salud del camarón, llevándolos a una mayor mortalidad y a una mayor persistencia bacteriana tras un desafío infeccioso. Aunque los camarones a 50 g/L mostraron un crecimiento individual superior, esto vino acompañado de una menor supervivencia general y una mayor vulnerabilidad a la enfermedad, probablemente debido al estrés fisiológico evidenciado por la mayor expresión de genes antioxidantes y Hsp70.
La menor eficacia del florfenicol para eliminar la bacteria en las salinidades extremas es una llamada de atención. Podría indicar que el estado fisiológico alterado del camarón bajo estrés salino interfiere con la acción del antibiótico o que la propia bacteria responde de manera diferente al tratamiento en esas condiciones.
Investigaciones previas ya habían señalado que cambios en la salinidad pueden alterar la microbiota intestinal del camarón y hacerlos más vulnerables a enfermedades. Otros estudios también han documentado cómo el estrés por baja o alta salinidad puede afectar la respuesta inmune y la susceptibilidad a patógenos. Por ejemplo, se ha observado que el estrés por baja salinidad puede alterar la expresión de genes de virulencia en V. parahaemolyticus.
Conclusiones y recomendaciones para el sector
Las principales conclusiones y recomendaciones que se desprenden son:
- Evitar salinidades extremas: Para el cultivo de L. vannamei, se deben evitar tanto las salinidades muy bajas (como 7 g/L) como las muy altas (como 50 g/L) en la medida de lo posible, ya que pueden aumentar la mortalidad y la carga bacteriana frente a infecciones por V. parahaemolyticus.
- Manejo de la salinidad óptima: Aunque los camarones pueden crecer bien individualmente a 50 g/L, la salinidad de 35 g/L (o cercana al agua de mar estándar) parece ofrecer un mejor equilibrio entre crecimiento, supervivencia general y resistencia a enfermedades, además de una mayor efectividad de tratamientos como el florfenicol.
- Uso prudente de antibióticos: Si bien el florfenicol demostró ser efectivo para reducir la mortalidad, la resistencia observada a otros antibióticos y la menor eficacia para erradicar la bacteria en salinidades extremas resaltan la necesidad de implementar buenas prácticas de manejo, bioseguridad y, cuando sea necesario, basar los tratamientos en antibiogramas.
- Monitoreo y prevención: Es fundamental monitorear la calidad del agua, incluida la salinidad, y estar atentos a los signos de enfermedad para actuar rápidamente.
Este estudio aporta una pieza más al complejo rompecabezas del manejo sanitario en la acuacultura del camarón. Al comprender mejor cómo factores ambientales como la salinidad influyen en la salud de los animales, los productores pueden tomar decisiones más informadas para prevenir enfermedades y asegurar la sostenibilidad de sus operaciones.
Contacto
Lamiaa A. Okasha
Bacteriology Unit, Animal Health Research Institute AHRI, Agriculture Research Center ARC
Kafrelsheikh, 12619, Egypt
Email: lamiaa.okasha3525@gmail.com
Ahmed H. Sherif
Fish Diseases Department, Animal Health Research Institute AHRI, Agriculture Research Center ARC
Kafrelsheikh, 12619, Egypt
Email: ahsherif77@yahoo.com
Referencia (acceso abierto)
Okasha, L.A., Farag, E.A.H., Sayed-ElAhl, R.M.H. et al. Salinity-dependent vulnerability of whiteleg shrimp (Litopenaeus vannamei) to Vibrio parahaemolyticus: growth performance and antioxidant response. Aquacult Int 33, 347 (2025). https://doi.org/10.1007/s10499-025-02033-5

Editor de la revista digital AquaHoy. Biólogo Acuicultor titulado por la Universidad Nacional del Santa (UNS) y Máster en Gestión de la Ciencia y la Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia, con diplomados en Innovación Empresarial y Gestión de la Innovación. Posee amplia experiencia en el sector acuícola y pesquero, habiendo liderado la Unidad de Innovación en Pesca del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA). Ha sido consultor senior en vigilancia tecnológica, formulador y asesor de proyectos de innovación, y docente en la UNS. Es miembro del Colegio de Biólogos del Perú y ha sido reconocido por la World Aquaculture Society (WAS) en 2016 por su aporte a la acuicultura.