Roma, Italia.- Un nuevo estudio publicado por FAO identifica la interacciones de competencia comercial entre la pesca y la acuicultura, y analiza sus consecuencias a través de una revisión de la literatura científica existentes.
La producción pesquera mundial se ha estancado durante las últimas dos décadas, con un gran porcentaje de las poblaciones pesqueras del mundo total o sobre explotadas, mientras que la producción acuícola continúa creciendo a altas tasas. Esta situación en la capturas pesqueras podría limitar la capacidad de expansión de la acuicultura, debido a las limitaciones en la producción de dietas basadas en insumos pesqueros. Por otro lado, esto ofrece a la acuicultura la posibilidad de incrementar su participación en el mercado y convertirse en el principal proveedor de alimentos de origen acuático.
El estudio “Market competition between farmed and wild fish: a literature survey” elaborado por Trond Bjørndal y Jordi Guillen, identifica la interacciones de competencia comercial entre la pesca y la acuicultura, y analiza sus consecuencias a través de una revisión de la literatura científica existentes.
“Las interacciones entre la pesca y la acuicultura son amplias y más frecuentes, comparten recursos pesqueros, ecosistemas comunes y mercados comunes. Las interacciones causadas por compartir los mismos recursos pueden resultar en la transferencia de la biomasa desde la pesca a la acuicultura a través de los piensos basados en insumos pesqueros (harina de pescado, aceite de pescado y pescado trozado), y a través de la recolección de semilla y reproductores silvestres, así como desde la acuicultura a la pesca a través de los escapes y el repoblamiento” destaca el estudio.
“La mayoría de estudios sobre interacciones de competencia entre la acuicultura y la pesca se basan en un reducido número de especies y mercados. Los estudios se han concentrado principalmente en las especies más comercializadas (salmón y trucha, camarón y langostino, bagre y tilapia, y lubina y dorada) y en los principales mercados de consumidores (EEUU y UE)” destacan los investigadores.
Ellos indican que los efectos negativos causados por compartir ecosistemas comunes incluyen: i) modificación de los hábitats afectando a los recursos y actividades pesqueras (por ejemplo la tala de los manglares para la construcción de estanques de camarones, la alteración del fondo marino a través del anclaje de las jaulas acuícolas, etc; ii) eutrofización de los cuerpos de agua debido al exceso de la liberación de nutrientes, generando anoxia y mortalidad de los peces, lo cual tiene impactos negativos en la biodiversidad y las poblaciones de peces silvestres; iii) liberación de enfermedades y químicos. Sin embargo, los investigadores destacan que la acuicultura puede ser una fuente alternativa de ingresos para los pescadores, sus familia y sus comunidades.
“Las interacciones comerciales considerados desde un punto de vista económico muestra que la acuicultura ha reducido los precios de los pescados y mariscos, principalmente debido al incremento del abastecimiento. Si dos productos (cultivo y silvestre) son sustitutos, el pescado de cultivo ganará mayor participación en el mercado que el pescado silvestre” reportan los científicos.
Ellos esperan que las interacciones entre el pescado de cultivo y silvestre pueden incrementarse en el futuro, debido a que una gran parte del abastecimiento de pescado provendrá de la acuicultura, y que las ventas de productos semi-procesados en los supermercados y los grandes minoristas incrementará su participación en el mercado.
Referencia (abierto):
FAO. 2016. Market competition between farmed and wild fish: a literature survey, by Trond Bjørndal and Jordi Guillen. Fisheries and Aquaculture Circular No. 1114. Rome, Italy.
http://www.fao.org/3/a-i5700e.pdf