Alemania.- Científicos del Johannes Gutenberg University Mainz (JGU) han descubierto que pequeñas partículas de pentóxido de vanadio pueden inhibir el crecimiento de percebes, bacterias y algas en superficies que están en contacto con agua, como las embarcaciones, boyas y plataformas. Sus experimentos mostraron que platos de acero en el cual el recubrimiento contenía partículas dispersadas de pentóxido de vanadio pueden ser expuestos al agua de mar por semanas sin la formación del fouling. Este descubrimiento podría conducir al desarrollo de recubrimientos y pinturas protectores, antifouling que hagan menos daño al ambiente, que los recubrimientos para embarcaciones que vienen siendo usados en la actualidad.
El fouling marino es un problema costoso para la industria de transporte marinos. La acumulación de organismos como algas, mejillones y percebes incrementan la resistencia al agua de los objetos y, en consecuencia, el consumo de combustible.
Los mecanismos de defensa de la propia naturaleza proveyeron la inspiración para el enfoque desarrollado por el equipo de científicos dirigidos por el Prof. Wolfgang Tremel del Institute of Inorganic Chemistry and Analytical Chemistry en JGU. Ciertas enzimas encontradas en las algas pardas y rojas producen compuestos halogenados que tienen un potencial biocida. Se asumió que estos compuestos son sintetizados por las algas para protegerse contra el ataque de los microbios y los predadores.
Los químicos en Mainz University decidieron imitar este proceso usando nanopartículas de pentóxido de vanadio. De acuerdo a su artículo publicado en Nature Nanotechnology, las nanopartículas de pentóxido de vanadio (V2O5) tienen una “actividad de brominación intrinsica biomimética… que los convierte en una alternativa práctica y económica para los biocidas químicos convencionales”.
Los procesos vienen siendo demostrado bajo condiciones de laboratorio y en agua de mar natural. Existen sólo consecuencias mínimas para el ambiente debido a que el efecto esta restringido a micro-superficies.
“Las nanopartículas de pentóxido de vanadio, debido a su pobre solubilidad y el hecho de que ellos están embebidos en el recubrimiento, son considerados menos tóxicos para para la vida marina que las sustancias basadas en cobre y estaño usados en los productos comerciales disponibles” explicó Tremel.